En la mar esas gráciles gaviotas
 
se alimentan de peces despistados
 
con esfuerzo consiguen sus pescados
 
estas ágiles aves cabezotas.
 
 
Aprendieron los hombres, tras derrotas,
 
a sacar de la mar, muy abnegados,
 
esos bienes que ahí son engordados
 
aprendiendo a pescar con barcas rotas.
 
 
Obstinados obreros de los mares
 
que se juegan la vida en sus labores
 
pescadores del mar con sus azares,
 
marineros en barcos de armadores
 
donde solo son suyos los penares
 
y el trabajo con frío o con sudores.
 
 
Eduardo González Cuartango